¡A las piscinitas de Macuto!

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Federico Ortega –

Otro espacio recreativo inolvidable e incomparable que se perdió durante la vaguada del 99 fueron las piscinitas de Macuto, el deslave se las llevó y nadie logró repetir la experiencia.

Estas piscinas se encontraban en la avenida Costanera de Macuto, frente a la hilera de restaurantes que hicieron historia con sus especialidades del mar, cocina cubana, gallega y canaria. No eran la gran maravilla de la arquitectura ni un “reto de avanzada en la ingeniería playera”, eran unas piscinitas sencillas de cemento y azulejos cavadas ahí mismo en los terrenos que daban al mar, espacio aprovechado por los comerciantes del lugar para instalar sus mesas, mini barras, estaciones de servicio de mesa, toldos y amplificadores para ofrecer algo de música ambiental.

Un domingo en las piscinitas de Macuto era un regalo para toda la familia, mientras los padres esperaban la carta campaneando un escocés o libando unas espumosas bien frías en las mesas, las madres, las tías o la hermana mayor vigilaba a los niños que chapoteaban felices en sus piscinitas, donde el agua apenas llegaba a las rodillas, bajo la sombra de uveros, almendrones y clemones.

Antes de las chapoteadas se hacía el juramento de comerse la sopa de pescado, que afortunadamente se compartía entre dos porque eran unos tazones enormes, y la insuperable ración de tostón con queso rallado, ensalada y salsa rosada, el mejor plato playero para los niños. Después de una hora en las piscinitas uno era capaz de comerse un Tiburón frito con cualquier guarnición.

Los platos emblemáticos de aquellos restaurantes inolvidables eran el hervido de mero, la crema de guacuco, el consomé de chipi chipi, la paella, el arroz a la marinera, el fideuá de mariscos, los calamares rebozados, los camarones al ajillo, las parrillas mixtas y mar y tierra, las tablas de embutidos donde gobernaban el queso manchego, el jamón serrano, el lomo embuchado y los salchichones, el lechón asado a la cubana, el conejo al salmorejo, la tortilla española, el pargo frito a la Guayreña entre otros no menos apetitosos.

No faltaban los vasos de cremosa cocada, los refrescantes papelones con limón, los frapé de limón con granadina y

 claro, las bebidas para adultos donde la gran jarra de sangría era la reina.

Un brindis por las piscinitas de Macuto, un brindis de niños, alcemos las copas llenas de colita, naranjita, coca cola o tisana, no importa que las embarremos con salsa rosada y que tengamos el cabello lleno de queso rallado. Por las piscinitas de Macuto ¡Cualquier cosa vale la pena!.

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